Las fotografías y videos que circularon en las últimas horas muestran una situación completamente desbordada en la feria La Salada, donde no se cumplió ningún protocolo sanitario.
En las imágenes se observa a una multitud haciendo cola para ingresar al paseo de compras más importante de América Latina, ubicado en Lomas de Zamora.
Las señalizaciones en el piso hicieron aún más evidente el amontonamiento de gente. Los precarios círculos pintados en color amarillo permitían dimensionar cómo debería haber sido el ingreso de personas.
Por el contrario, lo que se vio fue una multitud de personas intentando ingresar al predio mientras de fondo se escucha el viento fuerte del último fin de semana y una voz por altoparlante.
El video generó polémica en las redes sociales por los riesgos de contagio, en el marco de una preocupación común por un eventual rebrote y una nueva cepa del virus que ya genera medidas extremas en Europa.
El centro de compras había sido habilitado el 21 de octubre pasado luego permanecer siete meses cerrado por la pandemia. El gobierno de Axel Kicillof había detallado un protocolo que establecía que la feria debía funcionar con el 50% de su capacidad. Además, uno de los puntos del protocolo era la señalización en el piso del distanciamiento que debe tener cada persona entre sí. Nada de eso se cumplió.
En otro video, ya en el interior del paseo de compras, también se observa a la gente amontonada dejando en evidencia que dentro del edificio tampoco se respetaron los protocolos.
La Salada abre los sábados, lunes y miércoles desde las siete de la mañana hasta las dos de la tarde, aproximadamente. La feria nació a comienzos de la década del noventa en terrenos abandonados que habían sido acondicionados como balnearios a la vera del Riachuelo.
Un grupo de ciudadanos bolivianos devotos de la Virgen de Urkupiña se instaló en la antigua laguna Salada para vender ropa: formaron Urkupiña S.A. que por su propia expansión terminó dividiéndose en Cooperativa Ocean y Punta Mogotes S.A. La expansión fue galopante y las sucesivas devaluaciones y picos inflacionarios de la economía argentina impulsaron su desarrollo.