¿Por qué no conocemos los rostros, vida y obra de los banqueros que lavan dinero del crimen trasnacional?

Narcotraficantes como Pablo Escobar, Amado Carrillo Fuentes, ‘el Señor de los Cielos’, y Joaquín ‘el Chapo’ Guzmán son figuras mundialmente conocidas. Sus rostros son famosos. Sus vidas como capos han sido desmenuzadas en innumerables libros, series y películas de ficción y no ficción. Las muertes de unos y la vida de otro son narradas con detalle. Sabemos sobre sus crímenes, sus romances, sus familias, sus cómplices, sus gustos y disgustos.

Los informes periodísticos sobre estos y otros personajes, como el terrorista Osama Bin Laden, tienen garantía de audiencias. Cómo no, si fueron convertidos en emblemas de la delincuencia y el terrorismo con nombres y apellidos. Son “los malos”.

Pero en todo este entramado siempre falta una pieza.

¿Por qué no conocemos los rostros, vida y obra y delitos y castigos de los banqueros que lavan dinero del crimen trasnacional? ¿Por qué sabemos tanto del ‘Chapo” y de Bin Laden y nada de los anónimos y acaudalados hombres de saco y corbata y autos exclusivos que tienen un papel central en el ciclo que comienza con la producción de drogas ilegales o el tráfico de armamento, y termina con el blanqueo de capitales que permiten que esas actividades sigan llevándose a cabo con tanto éxito y, sobre todo, con ganancias multimillonarias?

La respuesta está en la hipocresía del sistema financiero internacional, que se vería afectado si las políticas de drogas cambiaran y se apostara por la legalización de todas las sustancias y si se combatiera, de verdad, al terrorismo. Perderían los lucrativos dividendos que obtienen a costa de la vida de miles de víctimas.

La complicidad de los bancos es fundamental para el lavado de dinero. Es la mejor opción que tienen, por ejemplo, los narcotraficantes, ya que no hay forma de mover los más de 300.000 millones de dólares de ganancias que obtienen cada año, según los datos que la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito presenta anualmente en su Informe Mundial de Drogas. Equivale al 1,5 % del Producto Interno Bruto mundial. Es demasiado dinero para tenerlo en efectivo.

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