Ramón Mestre afinó su estrategia de campaña y apunta a quedarse con las banderas opositoras al peronismo de Córdoba que, por primera vez, va dividido en dos grandes candidaturas: la de Juan Schiaretti y la de Natalia de la Sota, una manera de fidelizar el voto radical y, sobre todo, el corredor del antiperonismo de Córdoba.
Con La Libertad Avanza sin intención de cuestionar a fondo a Schiaretti y al Gobierno provincial, la agenda cordobesa está fuera de campaña. Ahora, Mestre repite la fórmula que dio buenos resultados en otras elecciones de medio término: “Hablemos de Córdoba”.
De esta manera, Mestre deja en un segundo plano la agenda nacional para enfocarse en la local, con los cañones apuntados a las jubilaciones provinciales, el déficit de la Caja de Jubilaciones, los salarios docentes y la inseguridad, un clásico opositor en cualquier elección provincial. Es un disparo a los 25 años de gestión que se repartieron De la Sota y Schiaretti, y que heredó Llaryora.
“Cómo el señor Schiaretti va a defender a los jubilados cordobeses en Buenos Aires si no los defiende acá, donde su gobierno paga el 64% del 82% móvil que le corresponde a los jubilados por mandato de la Constitución provincial. Votar a Provincias Unidas es más de lo mismo en Córdoba”, dice Mestre.
Desde el campamento libertario, Luis Juez cuestiona públicamente la estrategia de no confrontar con Schiaretti. “El enemigo es el peronismo de Córdoba que instaló un feudo”, repite Juez en los actos de campaña en los que participa. Pero en el fondo, las críticas de Gonzalo Roca, el primer candidato de libertario, son mínimas, particularmente sobre el tema impositivo,
Esa es la brecha que busca copar Mestre para retener los votos históricos del radicalismo y de aquellos votantes que, sin Juez en la boleta, no tienen otro referente opositor de peso al Gobierno provincial.
Con encuestas reservadas sobre la mesa, en El Panal creen que Mestre podría disputar una banca. De acuerdo con esos estudios, el rango de votos del radical está entre los 6,5 y los 10 puntos. Los márgenes de error lo ponen en el limbo, pero con posibilidades ciertas. Sin embargo, Mestre corre con la desventaja de la interna partidaria: Rodrigo de Loredo y Marcos Ferrer, el presidente del partido, le están aportando votos al enemigo interno.