La tensión entre Nicolás Maduro y Donald Trump no cesa. Luego de la carta del líder venezolano la semana pasada donde pide un diálogo mediado por el enviado para Medio Oriente, Richard Grenell, Estados Unidos ratificó su posición de continuar su despliegue militar en el caribe.
En ese marco, Maduro decretó el estado de conmoción externa y su vice Delcy Rodríguez que “si se atreviesen las fuerzas armadas militares de Estados Unidos, se considera una agresión externa, y se activaría de manera inmediata este decreto de excepción de conmoción externa”.
El estado de conmoción externa es uno de los cuatro estados de excepción contemplados en la ley venezolana que podrá ser decretado en caso de un conflicto que “ponga seriamente en peligro la seguridad de la nación, de sus ciudadanos y ciudadanas, o de sus instituciones”.
La Ley Orgánica sobre Estados de Excepción señala que el decreto “tendrá rango y fuerza de ley, entrará en vigencia una vez dictado por el presidente” y “deberá ser publicado en la Gaceta Oficial”. La medida se prolongará hasta por 90 días y puede ser prorrogada hasta por 90 días más.
Los especialistas sostienen que nn decreto de estado de conmoción externa como este implica la restricción de garantías constitucionales y le da al presidente las más amplias facultades desde el punto de vista político, económico, social.
Maduro le mandó una carta a Trump para bajar tensiones y pidió a un hombre de Chevron como nexo
La Constitución deja en claro que se mantienen las garantías “referidas a los derechos a la vida, prohibición de incomunicación o tortura, el derecho al debido proceso, el derecho a la información y los demás derechos humanos intangibles”.
La ONG Acceso a la Justicia manifestó en un comunicado que el decreto “ya entra en vigencia, pues basta con que sea dictado por el presidente en el Consejo de Ministros para que tenga validez”.
La organización advirtió que “aún los venezolanos desconocen los límites y restricciones de este decreto” y por ello urgió a que sea publicado “a fin de que la ciudadanía conozca su contenido”. En ese sentido, enfatizó que “es sumamente grave” que no se haya difundido el documento, “porque se desconocen cuáles garantías están siendo restringidas en este momento”.
Con la medida vigente, Maduro también tendrá la potestad de cerrar las fronteras terrestres, marítimas y aéreas. La Constitución señala que el presidente “es responsable de sus actos y del cumplimiento de las obligaciones inherentes a su cargo”, y que la declaración de estados de excepción “no modifica el principio de su responsabilidad” ni el del resto de las autoridades de gobierno.
Maduro informó que inició un proceso de consultas sobre el decreto de conmoción externa para “proteger” al país, que, según dijo, fue agredido económica, psicológica y políticamente. Según lo que establece la Constitución venezolana, el decreto “será presentado, dentro de los ocho días siguientes de haberse dictado, a la Asamblea Nacional [Parlamento] o a la Comisión Delegada, para su consideración y aprobación, y a la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia para que se pronuncie sobre su constitucionalidad”.
El día anterior a esta decisión del régimen chavisita Donald Trump dio un inédito discurso a los altos mandos militares en donde reivindicó los ataques aéreos de principios de septiembre contra cuatro presuntos barcos venezolanos de narcotráfico y del despliegue naval que ordenó en el Caribe y ubicó a Venezuela como uno de los enemigos principales.
“Si intentan envenenar a nuestra gente, los borraremos de la existencia”, advirtió Trump al referirse a las embestidas contra barcos que asegura procedían de Venezuela y que presuntamente traficaban cocaína y fentanilo. “Ese es el único idioma que realmente entienden. Por eso ya no se ven barcos en el océano”, sostuvo.

“Y desde que di esa orden no hemos tenido ese problema, es interesante, es increíble, es como en Venezuela. ¿Has visto los barcos? Y no podemos encontrar más barcos allí. Llevan drogas masivas, cada barco mata a unas 25.000 personas. Tenían fentanilo principalmente y muchas otras drogas y los sacamos y sacamos cuatro así”, remarcó.
LPO adelantó en exclusivo que el Ejército mexicano ya da por descontado que Estados Unidos realizará un despliegue militar en Venezuela en los próximos días. Diversos oficiales que tienen contacto con el Comando Norte del Pentágono creen que la principal interna en Washington ya fue dirimida: el enviado especial Richard Grenell, de estilo más dialogante con Nicolás Maduro, habría perdido la partida frente al secretario de Estado Marco Rubio y, especialmente, contra el general Dan Caine, jefe del Estado Mayor Conjunto.
En el entorno del general mexicano Ricardo Trevilla todavía hay dudas sobre cuál es el próximo movimiento. El despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe es demasiado grande para acabar con instalaciones del narcotráfico, pero, a su vez, es pequeño si se trata de una invasión: en Panamá, en 1989, Ronald Reagan utilizó 24.000 elementos mientras que el despliegue actual en el Caribe sur no llega a 5000 soldados a bordo de ocho embarcaciones.
Grenell, exembajador en Alemania en el primer gobierno de Donald Trump, y muy cercano a la familia del presidente, ya recibió la indicación de interrumpir las comunicaciones con Caracas y cualquier tipo de reunión en esa sede para la diplomacia paralela que es Bogotá. En Washington existe la tesis de que Grenell comenzó a perder la partida cuando creyó que el tema Venezuela podía catapultarlo como reemplazo de Rubio en el Departamento de Estado, un puesto que ambiciona.
La dirección bélica del escenario encuentra su zona gris no tanto en el resultado de la confrontación, sumamente previsible, sino, más bien, en el día después de una eventual caída de Maduro. Esta es la situación que detona todo tipo de especulaciones en Ciudad de México, Brasilia y Bogotá. En el Ejército mexicano tienen la teoría de que ningún perfil de la oposición venezolana podría asegurar la gobernabilidad del país sin el respaldo militar de Estados Unidos. Justamente, el escenario que la Casa Blanca rechaza.