El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, encabezó este lunes las conmemoraciones del Día Nacional de la Conciencia Negra con un mensaje antirracista en el que valoró el “extraordinario valor” de la herencia africana que atesora la sociedad del país. En la ceremonia, Lula anunció una serie de medidas para reforzar el combate al racismo en todos los ámbitos de la vida social, que enmarcó en el “pago de una deuda histórica construida por la supremacía blanca en Brasil”.
“Nuestra sangre tiene el mismo color”
“Tenemos que recomponer lo que debe ser siempre la realidad en una sociedad democrática y fortalecer en forma constante el combate al racismo”, declaró Lula en un acto realizado en el palacio presidencial del Planalto. “Debemos entender de una vez que todos somos hermanos, que venimos del mismo padre, que vivimos en el mismo planeta y que nuestra sangre tiene el mismo color”, agregó el mandatario.
En el acto Lula presentó nuevas directrices para promover un mayor respeto a la diversidad racial en la comunicación y la educación públicas, un refuerzo de los planes sociales y sanitarios que atienden a las comunidades negras e incentivos para la difusión de la cultura afrodescendiente en sus más variadas manifestaciones, desde el plano artístico hasta el religioso.
El líder de izquierda anunció la titulación de cinco territorios como quilombolas (así se conoce a los descendientes de los esclavos emancipados). Según el ministerio de Igualdad Racial, la inseguridad territorial es la principal causa de los conflictos que vive la población quilombola y está en la raíz de los elevados índices de violencia y precariedad social en muchas comunidades.
El gobierno pretende avanzar con otros 1.800 procesos de titulación durante el mandato de Lula, quien expresó: “Somos hermanos. Todo lo que estamos haciendo es intentar restaurar lo que se construyó y recuperar lo que se quitó”. Lula sancionó la semana pasada una extensión de la ley de cuotas para el acceso a universidades de estudiantes pobres y negros, que incluye por primera vez a la población quilombola.
En el Día Nacional de la Conciencia Negra se celebra la diversidad de Brasil y la contribución a la sociedad de los afrodescendientes, que llegaron al país como esclavos en un período que el ministro de Derechos Humanos, Silvio Almeida, consideró como uno de los “más tenebrosos de la humanidad”. El 20 de noviembre se recuerda la muerte de Zumbi dos Palmares en 1695, a manos de las tropas portuguesas. Zumbi lideró la resistencia de miles de negros contra la esclavitud en el Quilombo dos Palmares, en la Serra da Barriga, estado de Alagoas.
“El racismo persiste en nuestra sociedad”
También presente en la ceremonia de este lunes, la ministra de Igualdad Racial, Anielle Franco, dijo que Brasil debe sentirse “orgulloso de su diversidad”, seguir “avanzando para eliminar todas las desigualdades de género y raza” y “resistir los intentos de deshumanizar al pueblo negro” y sus descendientes, que representan el 55 por ciento de la población del país y en su gran mayoría, integran las capas más pobres de la sociedad.
Durante el discurso que fue transmitido en radio y televisión, Franco destacó la riqueza de la diversidad cultural del país y la significativa contribución histórica de la población negra. Sin embargo subrayó que estas diferencias no deben traducirse en desigualdad de oportunidades y derechos. La hermana de Marielle Franco, activista por los derechos humanos asesinada a tiros en Río de Janeiro en 2018, presentó datos que demuestran que la población negra está más afectada por el hambre, la inseguridad alimentaria y la violencia “como resultado del racismo que persiste en nuestra sociedad”.
Contra el racismo estructural en San Pablo
San Pablo, la mayor ciudad de Brasil y Sudamérica, cerró este lunes su principal avenida para conmemorar el Día Nacional de la Conciencia Negra y lanzar un mensaje de combate al racismo “estructural” en un país que todavía no olvida los años de la ultraderecha en el poder. Decenas de activistas, seguidores de religiones afrobrasileñas y curiosos se concentraron frente al Museo de Arte de San Pablo, en la Avenida Paulista, al ritmo de la samba y con carteles que llamaban a la tolerancia religiosa y la igualdad racial.
“Antes era un racismo velado, pero después del gobierno pasado (del expresidente Jair Bolsonaro), las personas se quitaron la máscara”, dijo Déborah Nunes, docente escolar de 56 años y miembro de uno de los sindicatos de educadores que convocaron la protesta. Nunes relató cómo, en un país donde más de la mitad de la población es afrodescendiente, ella todavía se cruza con personas que la miran de arriba a abajo antes de decirle con asombro: “Usted habla bien”.
Liliana Borges, asistente social de 41 años, dijo con orgullo que ella fue una de las beneficiarias de la ley de cuotas y de los programas de becas que le permitieron ir a estudiar una temporada a Portugal. Borges aseguró que el gobierno de Lula dio pasos en favor de la igualdad racial, pero que “aún es poco comparado con la reparación histórica que merece el pueblo negro”. “Todavía somos mayoría en las favelas, en las cárceles, y las mujeres negras son las principales víctimas de los femicidios. Necesitamos luchar y terminar con eso”, afirmó.