La sucesión del gobernador Juan Schiaretti en la línea provincial no es el único objetivo a mediano plazo trazado por el peronismo cordobés: el distrito Capital también se prepara para el recambio.
Aunque con sutileza por ahora, el intendente Martín Llaryora, la diputada Alejandra Vigo y la legisladora Natalia de la Sota, ya comenzaron a mover sus piezas.
En la Capital el peronismo se juega lo más importante. No sólo por su injerencia en el padrón electoral total de la provincia, sino porque perder el poder en un bastión recuperado después de varias décadas, no figura en los planes de Schiaretti, el principal arquitecto político para el 2023.
La decisión del ex intendente Ramón Mestre de pegar la fecha de los comicios locales con las provinciales el año pasado; el efecto arrastre que provocó el gobernador en la boleta y la división de Cambiemos en dos fracciones, resultaron el combo ideal para que un sanfrancisqueño como Llaryora se convierta en el nuevo alcalde de la segunda ciudad del país.
Sin embargo, aunque nunca lo dirá en público, la estadía del ex vicegobernador en el Palacio 6 de Julio tiene fecha de vencimiento: 10 de diciembre del 2023. Para entonces, Llaryora buscará pegar el salto a la Provincia, su verdadero anhelo político. Esa también es la gran apuesta de Schiaretti que buscará en esa figura darle continuidad al proyecto de Hacemos por Córdoba en el poder provincial.
En cambio, el panorama aparece mucho menos nítido para la sucesión en la Municipalidad de Córdoba donde el peronismo no proyecta quedarse como un “gobierno de transición” de sólo cuatro años. Todo lo contrario.
Por eso, desde ya el PJ Capital amasa alternativas y sus principales figuras comienzan a jugar fuerte con mira al recambio.
En la ciudad se da un esquema de poder muy particular: gobierna Llaryora pero la estructura territorial responde hoy a la diputada y esposa del gobernador. Se trata de un acuerdo de convivencia que fue homologado por las partes antes de que el proyecto capitalino se consumara y que, en principio, no debería acarrear problemas. Allí hubo promesas cruzadas: él se comprometió a no disputar la territorialidad; y ella, dijo que no intervendría en cuestiones de gestión. Sobre lo segundo, hay quienes ya ponen ciertos reparos.
Vale apuntar que, unas de las razones por las que la histórica dirigente capitalina Olga Riutort no terminó pasando el filtro de Vigo para acompañar a Llaryora en la fórmula, fue porque con ella en el poder municipal, la disputa entre las dos sanjuaninas por la conducción territorial sería muy fuerte.
Lo cierto es que hoy en la estructura capitalina asoma una generación de dirigentes con vasta experiencia en gestión y proyección dentro de la nueva era que se abre en el peronismo de la Capital. En ese lote se inscribe el actual viceintendente Daniel Passerini, delasotista y cercano a la hija del ex gobernador. También el secretario de Gobierno municipal, Miguel Siciliano, y su esposa Victoria Flores, presidenta del Ente Córdoba Obras y Servicios públicos. Se trata del yerno y la hija de Riutort que abandonaron esas filas hace tiempo para pasarse al schiarettismo.
Por el lado de Llaryora, asoma Juan Manuel Cid, legislador provincial y miembro de la mesa chica del intendente.