“Soy experto en crecer con y sin dinero”, prometió Milei durante la campaña presdiencial. Excepto, que no está sucediendo. Argentina ya cumple los requisitos técnicos de una recesión: dos trimestres consecutivos de caída del nivel de actividad.
El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) de agosto apenas rebotó 0,2%, pero venía de un desplome profundo, y los primeros datos de septiembre anticipan otra contracción.
El “rebote” fue apenas un respiro estadístico, sostenido por la intermediación financiera, mientras la economía real sigue hundida. Comercio, industria, construcción, agro, energía y transporte continúan en terreno negativo. De los 15 sectores medidos por el INDEC, 14 no recuperaron su nivel previo.
Según los datos del organismo, sólo el rubro financiero crece a tasas de dos dígitos 26,5% interanual, impulsado por la bicicleta de tasas y el sube y baja de bonos. Le siguen, muy por detrás, actividades vinculadas al sistema financiero como seguros o servicios empresariales.
Lo concreto es que los grandes motores de la producción: industria, comercio, campo, están en recesión: la industria cayó 5,1% interanual, el agro 1,6% y la construcción 4,4%.
La Universidad Torcuato Di Tella, en su último informe confirmó que el indicador de actividad económica “muestra estancamiento con sesgo recesivo”, y proyecta para el último trimestre una contracción anual de entre 3% y 3,5%. El trabajo advierte que “la mejora de julio y agosto responde a un efecto arrastre estadístico”, no a una expansión genuina.
En el acumulado del año, la actividad retrocede 5,2%, mientras la industria se ubica 22% por debajo de su techo histórico, alcanzado en 2018. La construcción opera un 26% por debajo del nivel previo a la pandemia, y el consumo privado está 12% más bajo que el de 2022. Sólo los servicios financieros y algunas ramas de software o telecomunicaciones muestran cifras positivas.
Durante la gestión Milei, el desempeño económico fue tan heterogéneo como frágil. Hubo un salto inicial por la liberalización de precios y la apertura cambiaria, que impulsó a los capitales especulativos a entrar y salir del mercado con ganancias rápidas. Pero la economía real no acompañó: la inflación licuó ingresos, el crédito se desplomó y el consumo se replegó. Como grafica un economista privado, “el país camina con una sola pierna: la financiera”.
Desde el Ministerio de Economía rechazan hablar de recesión. Sin embargo, los datos de consultoras privadas entierran el optimismo. Fundación Capital proyecta una caída del PBI de 3,3% en 2025; LCG estima una contracción de 3,1%; y Equilibra advierte que “la economía no tocó piso y la mejora del último bimestre se desvanece”.
El rebote estadístico, explican los analistas, ocurre cuando una economía muy golpeada muestra una leve suba respecto de un nivel extremadamente bajo, generando la ilusión de crecimiento. Pero el rebote no corrige la tendencia: los sectores productivos siguen achicándose.