Durante el último fin de semana se han sumado en España 55.019 casos de coronavirus, un nuevo récord en el país desde el inicio de la pandemia.
La incidencia acumulada de las últimas dos semanas es de 521 casos por cada 100.000 habitantes. En este lapso de tiempo se han diagnosticado 245.039 nuevos casos. La positividad de las PCR es del 13,5 %, casi el triple del umbral que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera de transmisión descontrolada.
Además, más de 19.000 personas con covid-19 están ingresadas en hospitales, 2.650 de ellas en unidades de cuidados intensivos (UCI). De media, el 15,5 % de las camas hospitalarias y el 28 % de las de UCI están ocupadas en exclusiva por esta patología. Los decesos no van a la zaga y en los últimos siete días ha habido que lamentar 777.
Superando las previsiones
La segunda ola ha golpeado a España de una forma más intensa y precoz de lo que auguraban las previsiones. Los nuevos casos se han multiplicado: 139.000 en agosto, 306.000 en septiembre y 416.000 en octubre. Los otros grandes países europeos con graves problemas sanitarios (Italia, Reino Unido, Alemania y, sobre todo, Francia) han tomado ya medidas drásticas.
Pidiendo el confinamiento
Ya hay regiones que lo han pedido, como es el caso de Asturias. Esta pequeña comunidad en el norte de España fue un oasis durante los primeros meses de la pandemia: llegó a tener durante varias semanas cero contagios y mantuvo durante la primera ola y el desconfinamiento cifras muy alejadas de la media nacional.
Ahora, con esta segunda ola desbocada, el presidente regional, Adrián Barbón, ha endurecido el toque de queda, cerrado la actividad económica no esencial y ha sido el primero en exigir al Gobierno de Pedro Sánchez el confinamiento domiciliario. “Es vital para el control de la pandemia”, dijo Barbón el lunes en una comparecencia pública.