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El Paradigma de lo Corporal
El cuerpo no existe, existe un cuerpo.
a. Un cuerpo, el de cada cual, que a veces es más anatomía que emoción, más emoción que pensamiento o a la inversa, que a veces se niega a ser pero está. Que suele escapar a los llamados y a veces llama pero no hay oreja para oír su llamado. Sólo existe un cuerpo singular que fuga a las clasificaciones.
b. Un cuerpo que imagina, un cuerpo que no sabe que es un cuerpo, un cuerpo que se distrae, un cuerpo sordo a los receptores. Un cuerpo para el que la neutralidad es un ideal. Los nuevos paradigmas en las ciencias sociales, también en las ciencias duras, interrogan la idea de neutralidad del observador de los fenómenos, del investigador. Se valora la inclusión de una subjetividad consciente, inevitable y necesaria, a ser trabajada, conocida, incluida en lo observado.
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Lo Corporal y el Pensamiento Complejo
Paradigma es modelo, es relato, el relato de cómo los cuerpos se hacen y deshacen en los discursos corporales. Lo corporal atraviesa las técnicas corporales. El cuerpo tiene diversidad de escenarios en la cultura contemporánea y según los abordajes se generan caminos que a veces convergen, a veces divergen. Es el proceso de la Transdisciplina, un movimiento que se da cuando el profesional siente poco porosos los bordes de la propia disciplina y busca aire fresco en otras.
“Hay una crisis del modo de pensamiento de la ciencia clásica. Si bien esta crisis comenzó en el mundo de la microfísica, está expandiéndose a todos los dominios. Esta crisis ha irrumpido proponiendo una reconsideración del modelo del determinismo y del mecanicismo, pero es una crisis del pensamiento cientificista, aquel que, por un lado recorta, cataloga y, por otro, reduce y separa. En la escuela, en la universidad, aprendemos bien a separar las cosas, pero no aprendemos a reunirlas, a enlazarlas, a religarlas. Estamos acostumbrados a reducir nuestras visiones complejas a un elemento simple más que a construirlas y perdemos así la posibilidad de ver las interacciones y totalidades”. (Edgar Morin. El pensamiento complejo)
En mi enfoque de lo corporal me siento atraída por un pensamiento abierto a un objeto de estudio complejo y el cuerpo, lo corporal, lo son. Este objeto de estudio al ser abordado por disciplinas variadas –las técnicas que se orientan al desarrollo de la conciencia corporal, la medicina, la kinesiología, el arte, la filosofía, etc.- cuestiona a un profesional encerrado en su propia disciplina, lo obliga a reflexionar sobre sus conocimientos, a modificar preconceptos arraigados, a estar abierto.
Y no se trata de un problema de las disciplinas sino de los profesionales que las ejercen. Así artistas, filósofos, científicos, pedagogos, técnicos de competencias varias pueden estar disponibles a estas aperturas o no estarlo.
Del estado erizo a la sensibilidad low cost
De un viejo número de la revista Kine rescato el fragmento de un texto que escribí entonces:
Denomino estado-erizo a un tipo de trastorno de la sensibilidad, a una herida en el tono vital, en el sistema nervioso, estado que observo tanto en mi práctica clínica como en mi vida cotidiana, que se produce en nombre de un derecho para vivir más feliz, al menos con menor sufrimiento. Hay expresiones de este estado en el lenguaje. Las personas dicen filtrar, rebotar, pasar de, respecto de estímulos que consideran negativos. Modos de decir que existe una realidad insalubre, ante la cual es conveniente defenderse retrayéndose. Esta acción construye una coraza, que suele ser un exceso de defensa. Se crea así un estado-erizo, un ‘No’, psicológica y socialmente valorado como sano, que por un lado protege al ser sensible y por el otro disminuye la potencia de los receptores necesitados de alimento para continuar desarrollando la vida y desplegar los potenciales creativos. Este estado se caracteriza porque no sólo impide el paso de sensaciones insoportables –aquéllas que sobrepasan los umbrales de lo tolerable para la existencia–, sino que además tampoco deja pasar las sensaciones agradables y vitales, impulsando estados de inapetencia sensorial, de sensibilidad restringida; una especie de anorexia de la sensibilidad, que des¬motiva y agota la vida. Esta situación genera un tipo de daño, de maltrato y automaltrato de la sensibilidad, daño del que nadie está exento de infectarse y transmitir. Todos somos portadores del silencio de los receptores. Todos podemos contagiar y contagiarnos el agotamiento de las pasiones, la desvitalización de los afectos, la disminución de las apetencias, la descafeinización del deseo, el debilitamiento de las buenas defensas ante estas heridas en el tono.
He encontrado en “Ecce Hom”o, suerte de Manual del hombre sabio escrito por Nietzsche, algunas expresiones que enriquecen este concepto: “Separarse de aquello a lo cual haría falta decir no, una y otra vez. Los gastos defensivos, incluso los más pequeños, si se convierten en regla, determinan un empobrecimiento extraordinario. El rechazar, el no-dejarse-acercar a las cosas, es un gasto, una fuerza derrochada en finalidades negativas. Por la continua necesidad de defenderse puede uno volverse tan débil que ya no pueda defenderse. Tener púas es una dilapidación, incluso un lujo doble, cuando somos dueños de no tener púas, sino manos abiertas”.
Nombro lo corporal como un estar, un nivel, una mirada y las llamadas terapias corporales se refieren a un campo disciplinario especializado, es decir, a un saber y a un quehacer que delimitan un marco teórico y conceptual, un objeto de estudio: el cuerpo y además los instrumentos para abordarlo. Los trabajos corporales, las terapias corporales, se refieren a este campo. La mirada corporal, el pensamiento corporal, la lógica de las sensaciones, enuncian los estilos de lo corporal.
De este modo lo corporal no es constituyente de las técnicas corporales, sino de la manera como se encarnan los más variados saberes. Lo que da el estilo de la encarnadura está en una tensión fértil que empuja hacia tres polos: los perceptos (nuevas maneras de ver y escuchar), los afectos (nuevas maneras de sentir) y los conceptos (nuevas maneras de pensar). Para que el circuito permanezca abierto, para que los conceptos se muevan y sean movidos por los afectos y perceptos y los perceptos por los conceptos y afectos, será preciso un cuerpo vibrátil, sensible a lo imperceptible y que resuene con lo humano en toda su complejidad.