El moderado Francos le hizo fuck you a un ciudadano que protestó por la deuda

Guillermo Francos le hizo fuck you a un ciudadano que le reclamaba por el préstamo que negocia el gobierno en Estados Unidos.

El jefe de gabinete estaba por subirse a una camioneta en la puerta del Hotel Hermitage de Mar del Plata cuando su festejada moderación se tomó un recreo.

-La historia se los va a cobrar -dijo el ciudadano, con una voz que arrastraba siglos, como si la historia misma hablara en su garganta.

-¿A quién se las va a cobrar? -respondió Francos y se le fue encima con el cuerpo hablando más que la boca.

-A todos ustedes -replicó el hombre, con una extraña mezcla de anonimato y generalización, pero acaso con nombre propio.

-¿Por qué? -preguntó el ministro, como si todavía creyera que la bronca admite explicaciones.

-Porque sí. ¿Cuántos miles de dólares pediste? -soltó el otro, mitad pregunta, mitad sentencia.

Francos lo miró un instante, y el aire se llenó de electricidad.

-Vos estás loco -dijo, queriendo cerrar la escena con la autoridad de la indiferencia. Mientras se alejaba elevó su dedo mayor, la muestra de desdoro más difundida en el planeta.

Pero el ciudadano, que ya no tenía nada que perder, dejó caer cada sílaba como un golpe seco.

-A mí no me digas loco, forro.

Y así, entre palabras y gestos obscenos, como ladrón e hijo de puta, se cruzaron dos Argentinas: la del poder y la del hartazgo.

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