‘El mayor premio es formar parte de la educación sentimental de los lectores’

‘El mayor premio es formar parte de la educación sentimental de los lectores’

Hemos tenido muy buenos recuerdos en Buenos Aires as que estar aqu con un libro escrito para ella Grandes me emociona especialmente Foto Maximiliano Luna
“Hemos tenido muy buenos recuerdos en Buenos Aires, así que estar aquí con un libro escrito para ella (Grandes), me emociona especialmente” / Foto: Maximiliano Luna.

El ensayista, crítico y poeta Luis García Montero dice que lo que flota en el libro “Un año y tres meses”, dedicado a su compañera la escritora Almudena Grandes (1960-2021), es “la conciencia de que lo que constituye un nosotros no es ni el dominio, ni el predominio, es la vulnerabilidad” y en su paso por Argentina habla de esa reciente obra, de la responsabilidad de cuidar el legado de quien fuera su compañera y de su rol como director del Instituto Cervantes.

Después de haber participado de una agenda de trabajo en la ciudad chilena de Valparaíso, García Montero pasó por Buenos Aires para presentar su más reciente libro editado por Tusquets en el que, a través de la poesía, recupera su historia de amor con la autora de novelas como “Inés y la alegría”, “El corazón helado” y “Atlas de la geografía humana”.

“Hemos tenido una relación especial con Buenos Aires, vine por primera vez en 1983, era una ciudad que se abría a la libertad y me llevé un encuentro maravilloso. Tuve la suerte de que el poeta Roberto Alifano me llevara a la casa de Borges con quien pasé un día y fue como entrar en el paraíso”, dice el autor de “Aunque tú no lo sepas” en diálogo con Télam en el Centro Cultural de España.

Foto Maximiliano Luna
Foto: Maximiliano Luna.

En una tarde fría y ventosa de Buenos Aires y antes de presentar el libro con el que homenajea y celebra su vínculo amoroso y literario con Grandes, el escritor dice que desde esa primera visita en 1983 mantuvo “una relación muy estrecha” con esta ciudad en la que pronto habrá hasta una librería con el título de una de sus novelas “Te llamaré viernes”.

“Además se multiplicó porque cuando empezamos a vivir juntos con Almudena veníamos seguido porque ella tenía mucha presencia aquí como novelista. Hemos tenido muy buenos recuerdos en Buenos Aires, con muchos y muy buenos amigos, así que estar en Buenos Aires con un libro escrito para ella y su memoria me emociona especialmente”, repasa.

– ¿Qué repercusiones recibió de este libro tan personal?
– Era un libro que necesitaba escribir pero que, al mismo tiempo, era muy difícil porque la poesía ha sido desde mi adolescencia la manera de encontrarle sentido a la vida, es preguntarme qué digo cuando digo soy yo y qué relación establece mi yo con el mundo. Tengo muy claro que un poema no es un desahogo, no funciona cuando alguien dice qué dolorido y enamorado estoy. Un poema para convertirse en obra de arte necesita trascender el yo biográfico y convertirse en un espacio que afecte mas allá de uno mismo, que sea una emoción, una meditación importante para el ser humano y su conexión con la vida y la muerte. Cuando hay una experiencia que te golpea mucho es muy difícil saltar del yo biográfico a ese yo poético que permite que cuando alguien lea un poema no piense en mi dolor o mi amor sino en su propia experiencia del amor y del dolor. Las reacciones que más me han conmovido han sido las de los lectores que se han acercado y me han dicho “soy enfermero y trabajo en cuidados paliativos en los últimos días de los enfermos” o “yo estoy viviendo una situación muy difícil porque perdí a mi marido hace un año por una enfermedad y fue muy doloroso”. O “yo he perdido a mi mujer y además soy médico y trabajo en oncología e iba viendo al mismo tiempo lo que pasaba mientras iba atendiendo a otros enfermos” o “qué emocionante como en medio del dolor defiendes el derecho a la esperanza porque he pasado por esa enfermedad y la he superado cuando parecía imposible. Esos comentarios son los que más me han emocionado porque he pasado de mi yo biográfico a una meditación que puedo compartir con los lectores y lectoras. El mayor premio que puede recibir un escritor es formar parte de la educación sentimental de sus lectores y lectoras. El libro ha tenido suerte, podría haber caído en el patetismo.

Foto Maximiliano Luna
Foto: Maximiliano Luna.

– ¿Y hubo lectores a los que que haya acudido antes de la publicación?
– En el libro hay mucha meditación sobre el nosotros porque una relación personal es la construcción de algo que va más allá de dos individualidades, es un nosotros compartido. Durante mucho tiempo en la construcción del nosotros había cosas que no estaban afectadas por el secreto. Por ejemplo si una de nuestras hijas cometía un disparate lo comentaba con Almudena, pero desde que ella no está no tengo nada que comentar de lo que ha hecho mi hija porque hablarlo con Almudena no era sentirme desleal. Si ahora lo hago con otra persona siento que estoy traicionando a mi hija. Cuando acababa los poemas, lo primero que hacía era enseñárselo a ella. La complicidad literaria es estupenda.

– ¿Cómo era esa complicidad literaria?
– Muchas veces el escritor puede cometer el error de creer que ha hecho algo bien y no es así, que alguien te diga “esto no funciona” es estupendo. Los escritores suelen ser bastante pedantes. Si le das el texto a alguien y te pone 7 defectos y tu solo le compras uno se puede enfadar y decirte “¿para qué llevo tiempo leyendo tu libro?”. Entonces esa confianza de someter a dudas un texto y después no enfadarte si no te hacen caso a ninguno es una complicidad estupenda. Joaquín Sabina, en nuestro grupo de amigos, marcó un poco esa relación diciendo “si yo estoy preparando un disco es obligación de los amigos poner todos los defectos posibles porque así puede mejorarse el proyecto, ahora una vez que se publica el disco todos esto es una obra maestra”. Tener esa complicidad con Almudena era muy tonificante. Aunque escribí la mitad del libro durante la enfermedad y antes de la muerte de Almudena no fui capaz de enseñarle ningún poema porque me daba la impresión de que podía provocarle un desánimo o preocupación o contagiarle pesimismo. En un libro así el diálogo con la verdad es fundamental porque no puedes ser un estafador que se está engañando a sí mismo en algo tan importante como el miedo a que se muera la persona con la que compartes tu vida. No podía atarme a falsas esperanzas, me podía animar con una esperanza sometida a los conflictos de la vida. Eso hizo que fuese escribiendo el libro solo y, una vez acabado, se lo di a Juan Cerezo, editor de Tusquets, íntimo amigo nuestro. Con él trabajé lo que faltaba por añadir o lo que faltaba por corregir.

Foto Maximiliano Luna
Foto: Maximiliano Luna.

– Si bien el libro fue escrito en paralelo a ese proceso, hay una celebración del vínculo que abre una nueva dimensión para habitar un duelo.
– Una de las cosas con las que fui recuperando el sentido de la vida tiene que ver con la suerte de poder cuidar a la persona que quiero. A Almudena le detectan la enfermedad en plena pandemia y durante muchos meses estuvimos viendo cómo había gente que se moría sola en el hospital, confinada y sin que nadie pudiera acercarse. Bueno pues de pronto el poder cuidar hasta el final a la persona que quieres la viví como una suerte. En el libro flota la conciencia de que lo que constituye un nosotros no es ni el dominio, ni el predominio, es la vulnerabilidad. Esa conciencia del vínculo, de cuidar, ser cuidados es muy superior a la prepotencia, comprender que el amor se cumple cuando tienes la suerte de cuidar y ser cuidado. He tenido la suerte de haber compartido 30 años con un amor que tenía mucho valor porque podría haberme muerto sin tener un amor así. Si te quedas en la otra orilla y es la otra persona la que muere es posible encontrarle sentido a la vida, y la meditación que trasciende de tu propio yo y la condición humana te hace comprender la importancia del amor, de los cuidados, de haber vivido una experiencia realmente valiosa. Quizás toda esta experiencia se convierta en una de las más felices de mi vida, de haber cuidado a la persona que amo.

– ¿Cómo es la responsabilidad de quedar al cuidado de la obra de Almudena?
– Ella forma parte de la educación sentimental de la vida de la gente, he tenido la ayuda de la gente en España, en Argentina, en México. En España se le ha puesto su nombre a bibliotecas, a la estación de Madrid, ese cariño a sus hijos y a mí nos ha acompañado mucho. Por otra parte era muy fiel a Tusquets, publicó allí su primera editorial y aunque le ofrecieron el oro y el moro ella siguió allí. Ha tenido mucha complicidad con quien ahora dirige la editorial que es Juan Cerezo y en ese sentido lo tengo fácil: dejar que sean ellos quienes sigan tomando decisiones sobre su obra, sobre lo que conviene o no. Incluso de Tusquets en Argentina porque Paulina (Cossi), Carolina (Salvini) y Paola (Lucantis) son muy amigas de muchos momentos vividos juntos. Con su última novela “Todo va a mejorar” tuve una responsabilidad especial porque al final cuando sintió que no iba a llegar a terminarla, me pidió que lo hiciera yo. Me dijo qué quería. Hablé con Juan Cerezo y le dije que iba a cumplir la intención de ella de escribir ese último capítulo pero al mismo tiempo iba a escribir un epílogo, cosa que ni ella había pedido, explicando que ese último capítulo lo había escrito yo.

Foto Maximiliano Luna
Foto: Maximiliano Luna.

“Nadie le va a decir a los hablantes cómo se puede llamar el idioma”

Luis García Montero no esquivó los debates acerca del idioma español que se dieron en la reciente edición del Congreso de la Lengua en Cádiz y los ecos que llegaron hasta estos días y tampoco la pregunta por la creación de poesía a través de inteligencia artificial.

García Montero, director del Instituto Cervantes, opinó acerca del cruce entre el escritor argentino, Martín Caparrós, quien propuso en el Congreso darle un nuevo nombre al castellano, “con la ñ como estandarte”, y generó la respuesta en Twitter del escritor español, Arturo Pérez Reverte, quien le respondió con la propuesta de la palabra “Gilipañol”, derivada de gilipollas. “Nadie les va a decir a los hablantes cómo se puede llamar el idioma”, dijo el escritor.

Además se refirió a la posibilidad de que la poesía sea creada por inteligencia artificial: “La emoción personal que trasciende del yo biográfico a la condiciones humanas sólo las seguirán consiguiendo quienes tengan vocación poética de verdad y no las máquinas”, afirmó en diálogo con Télam.

– ¿Qué balance hace del congreso? Algunos de los debates que se dieron allí sobre el castellano se replicaron luego como el que se dio entre Martín Caparrós y Arturo Pérez Reverte.
– El congreso se iba a hacer en Arequipa, la situación política lo volvió imposible, se llegó a un acuerdo y se pudo hacer en Cádiz. Después se aprobó que el próximo sea en Arequipa. Así que, en principio, que haya salido bien en medio de la alteración final es importante. Hubo participación de todas las academias de la lengua española. Sobre los debates, hay algunos que son divertidos. La propuesta de Martín Caparrós es muy divertida, disfruté mucho la lectura de su libro “Ñamérica” y me ha servido para reflexionar sobre la inteligencia artificial y el lenguaje de las máquinas, también para comprender que las decisiones sobre la lengua son políticas. Mantengo una relación de amistad con Caparrós. Cuando dijo que el español pase a llamarse ñamerica hubo mucha gente que se ofendió y creo que no tiene ningún sentido ofenderse, es una idea propuesta en un plano de ocurrencia divertida. Ni Martín Caparrós, ni yo, ni nadie puede hacerse dueño del idioma. ¿Cómo se llamará el idioma? Pues como sigan llamándolo los hablantes que son los dueños. En algunos sitios se lo llamará español, en otros castellano. Nadie les va a decir a los hablantes cómo se puede llamar el idioma. Esto tiene un sentido si lo aprovechamos bien: tenemos un gran idioma y el segundo del mundo en hablantes nativos después del chino mandarín. Somos mas de 500 millones de hablantes nativos, hay muchos estudiantes de español en el mundo, esto tiene muchos retos y problemas pero también nos puede dar mucha confianza en nuestro idioma. Me gusta recordar siempre que los españoles somos el 8% de la comunicad hispana, hay mucho mexicano que habla español, ahora muchos estadounidenses, colombianos, españoles. Defiendo algo que decía Carlos Fuentes: si nos fragmentamos, ninguno de los fragmentos va a poder dar una respuesta fuerte al panorama de la globalización; si nos mantenemos todos juntos, respetando la diversidad y no apropiándose nadie del idioma, vamos a ser un horizonte cultural, económico social muy importante. Defiendo eso.

–  Empiezan a circular con más fuerza textos sobre la inteligencia artificial, se habla de libros creados por la inteligencia artificial. ¿Cómo ve ese panorama?
– Pienso que la inteligencia artificial es un reto importante. Como en cualquier cambio histórico, habrá gente que quiera aprovechar sus ventajas y otra que quiera usarla para dominar a los demás, entonces en ese sentido no caigamos en la superstición de legitimar toda novedad porque en nombre del progreso se acabaron desembocando los inventos de las bombas atómicas y las cámaras de gas. Vamos a intentar que la inteligencia artificial no se convierta en un espacio de control de las conciencias para recortar libertades y someter a la gente. Lo que puede servir para la comunicación y facilitar el trabajo, puede generar bolsas de marginación y de pobreza según tenga inteligencia artificial y quien no. Tengamos mucho cuidado con lo que se ha visto en las redes sociales: de qué manera se puede sustituir la información por una comunicación tramposa que levanta los instintos mas bajos. Defendamos la información. Si de pronto hay un poema escrito por una máquina que es excelente es porque hubo técnicos excelentes que supieron programar una máquina con recursos suficientes para hacer un buen poema y si el poema es malo es porque no lo han sabido programar bien. Dicho esto, siempre creo que los buenos poemas hechos por las máquinas acabarán respondiendo a una receta de la programación y que la emoción personal que trasciende del yo biográfico a la condiciones humanas sólo las seguirán consiguiendo quienes tengan vocación poética de verdad y no las máquinas.

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