La presencia de China en la economía argentina no para de crecer, pese a las promesas de Milei a la administración Trump. Mientras el secretario del Tesoro, Scott Bessent, busca apagar el avance del gigante asiático, el protagonismo de China a fuerza de precios imposibles de empatar es arrollador.
Apenas un ejemplo: La semana que viene llegarán de China a la Patagonia los caños sin costura que se utilizarán para construir un gasoducto en la provincia de Río Negro, cuestan tres veces menos que los que fabrica Techint. De ahí la furia de Paolo Rocca con el gigante asiático.
Los números son elocuentes, en los primeros nueve meses de 2025, Argentina registró importaciones desde China que superaron los USD 13.091 millones, un salto de 66% respecto del mismo período del año anterior.
En paralelo, China ya concentra más de una quinta parte de todas las importaciones argentinas. Según datos de la Cancillería Argentina, en el lapso enero-septiembre de 2025 las compras al gigante asiático equivalieron al 23% del total importado.
Rocca pidió que el gobierno haga política industrial: “Con la política monetaria no alcanza”
El intercambio bilateral arroja un desequilibrio pesado: un déficit comercial de USD 6.572 millones acumulado en esos nueve meses.
Un episodio que pasó desapercibido para los grandes medios explicita el peso de la potencia asiática, al día siguiente que se anunció el marco para el acuerdo entre Estados Unidos y Argentina, en un hotel de lujo de Puerto Madero tuvo lugar la “Conferencia de Intercambio Económico y Comercial Argentina-Shandong”.
Shandong, con sus 102 millones de habitantes, es la segunda provincia más numerosa de China y ya tiene una larga lista de proyectos en Argentina. Desde 2017 su nombre está asociado a Shandong Gold Group que compró el 50 % del proyecto Veladero en San Juan. Hace dos semanas ganó la adjudicación de las áreas Del Carmen y Jaguelito en el San Juan de Marcelo Orrego.
Entre los asistentes se encontraron el vicegobernador de la provincia china de Shandong, Zhang Haibo; directivos de laboratorios argentinos y representantes de cerealeras y el agronegocio.

En Sauce Viejo, Santa Fe, una alimenticia local, decidió hacer algo que hasta hace poco sonaba a ciencia ficción: importó cinco contenedores con una fábrica entera adentro, una nave completa diseñada y armada en China. La bajaron, la desplegaron y listo: centro de distribución nuevo, sin obra húmeda, sin gremios, sin demoras. Un origami industrial made in Guangdong.
No es el único caso. En una provincia del norte también se importó una fábrica industrial, con un agregado impactante: “Trajeron hasta los ingenieros chinos que la montaron”, reveló a LPO un industrial que para evitar susceptibilidades políticas, pidió permanecer anónimo.
La escena digna de un TikTok industrial es apenas la punta del iceberg. En los últimos meses empezó a circular un flujo cada vez más visible de “casas cápsula” chinas, viviendas modulares que llegan casi listas, como si fueran muebles de lujo de Ikea pero versión vivienda: enchufá, nivelá y viví.
Y donde más se ve el fenómeno es en el turismo. En Salta y Catamarca ya aparecieron los primeros emprendimientos que levantan cabañas-contenedor importadas. La ecuación de los empresarios es fácil de entender: menos obra, menos tiempo, menos costo. Un combo difícil para cualquier carpintero, herrero o arquitecto que quiera jugar con reglas locales.
“Aún con trabajo esclavo sin tener que pagar impuestos, no podemos competir con China, su nivel de productividad, la escala. No tenemos forma de alcanzar esa curva de aprendizaje”, reconoció a LPO el titular de una autopartista, durante la conferencia de la UIA.
Mientras tanto, el ministro de Economía, Luis Caputo, dejó la puerta abierta a reactivar el swap con China para salir del apuro ante los vencimientos de deuda.
Lo llamativo es que todo esto ocurre mientras el ecosistema digital libertario construye el relato de una Argentina “libre del dominio chino”, delicias del mundo de la postverdad.