El gobernador Alfredo Cornejo se rebeló contra Javier Milei y los diputados mendocinos arrastraron al bloque de la UCR a retirar el apoyo al dictamen del oficialismo.
Cuando ya había pasado casi una hora de trabajo en el plenario de las comisiones, el libertario Gabriel Bornoroni abordó con nerviosismo a Pamela Verasay, oriunda de Mendoza, y Fabio Quetglas, para pedir “ayuda”. “Delen, por favor, fírmenme el dictamen”, les dijo el jefe de la bancada oficialista.
Al cierre de esta nota, solo habían estampado su firma en el dictamen el peluca Martín Arjol y Francisco Monti, que está a punto de sumarse al quinteto de radicales libertarios.
La razón por la que Cornejo habría pateado el tablero sería el armado de las listas en su territorio. “Cornejo no quiere que Milei le meta candidatos suyos”, comentó una legisladora radical a LPO.
Si las PASO se suspendieran, la Casa Rosada podría presionar en las provincias para llenar de dirigentes propios las boletas que pretenden manejar los gobernadores aliados del gobierno.
Este conflicto era tan insospechado para Balcarce 50 que un diputado de otra bancada mantuvo un diálogo desopilante con un legislador de LLA. “¿Cuántos legisladores te faltan?”, preguntó el interlocutor del gobierno, y la respuesta del enviado oficial resultó decepcionante: “Y… no sé, cuatro o cinco”.
La compasión hizo que el experimentado legislador supusiera que podía auxiliar a su colega libertario y le propuso que llamen a los gobernadores. “¿Llamo yo o le digo a Francos?”, esbozó, lleno de dudas.
Ese diálogo reveló que, una vez más, los libertarios llegaron a una instancia legislativa crucial sin haber siquiera poroteado los apoyos.
En medio del desconcierto, Bornoroni habría acudido por ayuda al mendocino Lisandro Nieri, que tampoco firmaba. Un diputado que escuchaba el intercambio de cerca, recomendó que Martín Menem llamara a Rodrigo De Loredo, presidente del bloque de la UCR.
El legislador cordobés, por su parte, había tenido problemas para mantener la paz entre sus compañeros, entre el fervor libertario de los peluca y la reticencia del resto. “Algunos son de Boca y otros son de River, Rodrigo no puede pretender que ahora todos seamos de Ferro, se vota una cosa o la otra, sin vueltas”, precisó un miembro de esa bancada.
Al término de este artículo, el peronista Germán Martínez denunciaba que el oficialismo no tenía más de 48 firmas sobre las 58 necesarias y que el gobierno estiraba el tiempo del debate “solo para apretar diputados”.
En la carrera por arrimarse al número mágico, el gobierno logró cortar el alambrado que había diseñado Martínez sobre UP. Los santiagueños José Herrera y Ricardo Daives, hombres del gobernador Gerardo Zamora, presentaron por instrucción del mandatario provincial un dictamen propio. Con todo, se computaban 53 firmas en total. Lo de Zamora podría terminar como un gesto político estéril o no, si los libertarios lograsen quebrar otras bancadas.